lunes, 19 de abril de 2010

MAR MUERTO



A unos cuantos kilómetros de Jerusalén y un poco más distante de Tel Aviv en dirección este, cruzando un paisaje de montes pedregosos y cañones profundos, se extiende un cuerpo de agua sin par en el planeta. Situado a 400 metros bajo el nivel del mar y con una agua diez veces más salada que la del océano, el Mar Muerto ocupa el punto más bajo de la superficie terrestre y es el más salado de todos los lagos naturales. No sólo sus aguas son excepcionales, sino también toda la atmósfera sobre él: por ser más densa que al nivel del mar, filtra mejor las radiaciones ultravioletas nocivas y contiene más oxígeno de lo habitual; además, el aire allí es más rico en bromuros, de efecto calmante, que en cualquier otro lugar de la Tierra. El Mar Muerto ha sido también una atracción turística en Jordania e Israel debido a sus aguas y su lodo negro, a los que se atribuyen propiedades curativas.
En sus aguas tan salinas no pueden vivir peces, pero esas aguas proceden del río Jordán y de manantiales de agua dulce. Por estar el lago totalmente rodeado de montañas, las aguas no tienen salida salvo la evaporación, y ésta es muy intensa en el clima caluroso y seco del desierto, donde el sol brilla 330 días al año. Al evaporarse, el agua enriquece la atmósfera con las sales minerales que contiene y deja detrás de sí un lago con 320 gramos de sales por litro y una capa de barro mineral negro y viscoso, de gran valor cosmético, saturado de sustancias benéficas para la salud. Como las aguas del Mar Muerto no tienen otra salida que la atmósfera, el agua, al evaporarse, arrastra consigo una importante cantidad de sales, mayormente cloruros y bromuros de sodio, potasio, calcio y magnesio. Los bromuros, conocidos por su efecto sedante, se encuentran en el aire alrededor del Mar Muerto en concentraciones 20 veces mayores que en cualquier otro lugar del mundo.
Ha sido un lugar histórico, al que se hacen numerosas referencias en la Biblia, incluso en el Génesis. Las ciudades de Sodoma y Gomorra, destruidas en la Biblia, habrían estado en las costas del Mar Muerto, y muy cerca de ahí se encuentra el Monte Nebo, desde donde la tradición indica que Dios mostró a Moisés la Tierra Prometida.

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